Si todo en nuestras vidas es un acuerdo, y entendemos eso, algunas personas pensarán:
— Si robé o violé a alguien, entonces en realidad, no le estoy haciendo daño, sino que le estoy bendiciendo al ayudarle a vivir la experiencia que me pidió que le ayudara a experimentar, así que entonces, estoy actuando bien y esto me debería de crear un Dharma, ¿cierto?, porque actuar ayudando a otros nos genera un dharma.
Tener el conocimiento de los acuerdos y de la reencarnación, es para que ya no sigas robando, violentando, humillando, etc., es para que lo dejes de hacer y te liberes. Si sigues haciéndolo, a pesar de saber todo esto, entonces sigues generando un Karma. Porque el objetivo del conocimiento es liberarte, no mantenerte atado.
La razón por las que hicimos nuestros acuerdos son tres:
- La primera, es aprender una lección o vivir una experiencia.
- La segunda, pagar un Karma.
- Ayudar a alguien.
Imagina que llegas a una ciudad, y no conoces las reglas de tránsito del lugar, así que te pasas una luz ámbar y te detiene un oficial de tránsito para multarte, porque en ese lugar, esa es una infracción. Ahora ya conoces la ley, pero, aun así, te vuelves a pasar otra luz preventiva, y para tu mala suerte el oficial, te vuelve a detener y te infracciona. El Karma, en esta historia es el oficial de tránsito, él aparecerá cada vez que cometas la infracción. Así pienses que no le haces daño a nadie pasándote la luz ámbar, o pienses que estás ayudando a alguien, el karma aparecerá porque estás cometiendo una infracción. El día que dejes de cometer la infracción, el karma desaparecerá.
Conocer del karma y los acuerdos no te libera de la responsabilidad por seguir rompiendo la ley. Conocer del karma y sus consecuencias, tiene como objetivo que ya no sigas haciéndolo. Seguir rompiendo la ley, suponiendo que es solo un acuerdo y que no haces daño, es como pretender seguir pasándote la luz ámbar y creer que no te deben infraccionar.