El verdadero perdón, pedido desde el fondo de nuestro ser, provocará lágrimas. El perdón, pedido desde el ego, no nos libera, las lágrimas te dirán si tu perdón es profundo y verdadero. Solo el verdadero perdón, que nace desde el amor, nos sana y libera de nuestros karmas.

Si al hacer esto las lágrimas no fluyen, significa que no lo estás sintiendo verdaderamente y que estás actuando desde tu mente, desde tu ego, no desde tu corazón. Para lograrlo, habla con Dios, pide a nuestro padre: Padre hermoso, por favor pon tu mano sobre mi cabeza y libérame. Saca de dentro de mí todos estos sentimientos, este dolor que no aguanto, esta humillación que no me deja ser feliz, este miedo, porque sé que he dañado a muchas personas, por favor padre, perdóname, perdóname, perdóname.

A ti que te dañe, te pido perdón. Por favor, perdóname, desde el fondo de mi corazón te pido perdón, porque ahora sé que fue nuestro acuerdo y que no tenías intención de dañarme, y yo no tenía intención de dañarte, ahora entiendo que lo hicimos para ayudarnos, que en realidad fue un acto de amor entre nosotros. Perdóname, por favor perdóname, en verdad lo siento, te amo, gracias.

Por esta razón, el verdadero perdón es parte fundamental de la liberación del karma, es un acto espiritual y de amor muy profundo.

El Dharma es la contraparte del Karma. El Dharma se crea cuando hemos actuado positivamente hacia una persona; si la ayudamos, si la bendecimos, si le hicimos un bien en esta vida, eso crea un Dharma y este se puede cosechar en esta misma vida o en la siguiente reencarnación. Son las bendiciones que hemos recibido en nuestra vida por parte de alguien o de algo, como pago por un Dharma que teníamos almacenado en nuestros registros Akashicos. Mientras más vivas tu vida haciendo el bien, más Dharma estarás generando.